El acto de aprender es inherente al ser humano. La forma en que adquirimos conocimientos, habilidades y, en esencia, cómo creamos hábitos, moldea nuestro comportamiento y determina en gran medida nuestro éxito o fracaso en diversos campos de la vida. Sin embargo, a nivel sistémico, ¿cómo podemos aplicar la ciencia de formación de hábitos en la educación para obtener un impacto significativo?
En el libro “Hábitos Atómicos”, James Clear (2019) descompone el proceso de formación de hábitos en pequeñas acciones, fácilmente realizables, que pueden llevar a cambios transformacionales con el tiempo. Aunque el enfoque principal del libro es el desarrollo personal, su esencia tiene un valor incalculable para transformar sistemas educativos completos, lo que se denomina reforma del sistema completo o “whole system reform” (Fullan, 2010) .
La esencia de los “hábitos atómicos” es comenzar pequeño. En lugar de intentar cambiar el sistema educativo de la noche a la mañana, ¿qué pasaría si comenzamos con una serie de pequeñas intervenciones? Por ejemplo, introducir metodologías simples, pero potentes como Tertulias dialógicas o Tutoría entre pares. O técnicas de aprendizaje basado en proyectos en una sola área o nivel, antes de expandirla a toda la institución.
Clear propone que cualquier nuevo hábito debe poder comenzar en menos de dos minutos. En el contexto educativo, esto podría traducirse en iniciar nuevas prácticas pedagógicas en segmentos de tiempo gestionables, permitiendo que los docentes y estudiantes se adapten gradualmente.
Una vez que se establece un hábito, es más fácil añadir otro encima de él. Si, por ejemplo, una escuela ha tenido éxito en la implementación de aprendizaje colaborativo, podría introducir posteriormente el uso de tecnología para mejorar este enfoque, como plataformas colaborativas en línea.
El entorno juega un papel crucial en la formación de hábitos. En el ámbito educativo, esto se refiere al diseño de aulas, centros educativos, la disposición de los recursos y la estructura del día escolar. Un ambiente adecuadamente diseñado puede fomentar hábitos de estudio efectivos y promover la participación activa.
Al igual que en el proceso de formación de hábitos personales, rastrear y monitorizar el progreso es esencial. Esto podría ser a través de herramientas de evaluación continua, encuestas de retroalimentación y revisión regular de las prácticas.
Clear identifica cuatro elementos esenciales en la formación de hábitos: señal, anhelo, respuesta y recompensa.
Es el disparador o el estímulo inicial que da inicio al ciclo del hábito. La señal es un indicador que le dice a tu cerebro que inicie un comportamiento automático. Por ejemplo, puede ser una notificación en tu móvil (indicándote que tienes un nuevo mensaje), lo que lleva al hábito de revisarlo.
El anhelo es la motivación o el deseo que impulsa el hábito. Es la razón subyacente de por qué realizamos el hábito. Siguiendo con el ejemplo anterior, una vez que ves la notificación en tu móvil, puedes sentir el anhelo o deseo de conocer el contenido del mensaje o de saber quién te ha contactado.
Es la acción o el comportamiento en sí, es decir, el hábito que realizas en respuesta al anhelo. En nuestro ejemplo, sería el acto de tomar el móvil y leer el mensaje.
Tras realizar la respuesta, viene la recompensa. Esta es una satisfacción o beneficio que se recibe tras completar el hábito. Sirve para que nuestro cerebro determine si vale la pena recordar y repetir ese hábito en el futuro. En el caso de revisar el móvil, la recompensa podría ser la satisfacción de haberse mantenido informado, el placer de leer un mensaje de un amigo o el alivio de haber respondido a un email importante.
Estos cuatro pasos, juntos, forman el ciclo del hábito. Con la repetición, este proceso se vuelve más y más automático, solidificando el hábito en nuestra rutina diaria.
Por lo que las cuatro maneras de generar un nuevo hábito son:
Hacerlo Obvio: Los responsables de la toma de decisiones deben destacar claramente los beneficios de una enseñanza y aprendizaje más efectivos. No podemos esperar que los docentes y administradores adopten nuevos métodos a menos que vean claramente su valor.
Hacerlo Atractivo: Inspirar a través de ejemplos. Mostrar, en lugar de solo decir, cómo las nuevas pedagogías son efectivas. Celebrar y compartir los logros de escuelas y docentes innovadores para motivar a otros a seguir sus pasos.
Hacerlo Sencillo: Proporcionar a los docentes las herramientas y la formación necesaria. Reducir la burocracia y los obstáculos para la innovación.
Hacerlo Satisfactorio: Reconocer y celebrar los pequeños triunfos. Establecer un sistema de retroalimentación positiva donde los éxitos, incluso los menores, se celebren y compartan.
La reforma de sistemas educativos, o “whole system reform”, no es una tarea fácil. Sin embargo, al aplicar ideas del libro “Hábitos Atómicos”, podemos desglosar este enorme desafío en pasos pequeños y manejables. Cada pequeña acción, acumulada con el tiempo, puede llevar a un cambio revolucionario en la forma en que educamos a las futuras generaciones. La clave está en la coherencia, la persistencia y la comprensión de que la verdadera transformación requiere tiempo y esfuerzo sostenido.
Clear, J. (2019). Hábitos Atómicos: Un método sencillo y comprobado para desarrollar buenos hábitos y eliminar los malos.
Fullan, M. (2010). All systems go: The change imperative for whole system reform. Corwin Press.